domingo, 6 de enero de 2008

06.01.08, Gracias por su visita

Hoy a las 00:00 horas, recibí una visita muy interesante, de una persona muy especial a la que no veo hace quince años. La extraño mucho, es verdad, pero sÉ que donde él está es, literalmente, el paraíso.

Cesar partió de casa el 06 de enero de 1993; sus padres sintieron aquella partida en el alma, una herida que hasta el día de hoy no cierra, y es que así es el amor de padre. Yo por aquella época tenia diez años, y toda esa vida que tenía la había pasado prácticamente con él (vivíamos en la misma casa, era un hermano mayor para mí).

Alegre, juvenil y extremadamente hogareño son algunas cualidades del cabezón; que siempre tenía a su familia por sobre todas las cosas. Recuerdo que su ahijado, mi hermano Eduardo, era como su hijo. Lo engría a más no poder, eran los cabezones; para donde fuera, ahí también estaba Eduardo.

Por alguna parte de esta humilde bitácora escribí una anécdota de un papanoel que nos visitó en navidad. Este personaje gordo, robusto barbón y de pelo cano se apoderó de Cesar, y en plena noche de navidad llegó a nuestra caso con su bolsa llena de regalos para nosotros. Aquella navidad, los primos estábamos algo angustiados porque no había regalos al pie del árbol. Cesar había confabulado con sus hermanos para darnos la sorpresa de navidad, porque aquel año éramos siete los primos que aún esperábamos nuestros regalos… Cuando llegó la media noche y un ¿noelesco? jo jo jo se escuchó desde la calle y de pronto entró el gordo barrigón (y cabezón también) con su bolsa roja llena de regalos para repartir. Aquella navidad fue muy mágica y siempre la llevo en mis recuerdos.

Como dije al comienzo del post, ayer Cesar me visitó. Desde el paraíso se tomo un tiempito para decirme que se acuerda de mí; llegó a mi habitación tirando una caja que estaba sobre el ropero, mientras la media noche caía y yo con sueño superficial dormía.

Hace quince años el cabezón falleció, hace quince años la vida en nuestra familia giró, pero siempre él está con nosotros. Y nosotros siempre estaremos con él.
¡Gracias por visitarme tio Cesar!, que el de arriba te tenga en su Gloria.

P.d. (a Cesar): Cabezón, la próxima no tires las cajas de mi ropero…