Acabó el mes de Octubre, mes de milagros, y claro que tuve mi milagro, pero igual ese mes ya terminó, es hora de dejar los milagros y empezar a ser un simple mundano.
En el último dia del mes morado existe una disyuntiva social a la que no le veo pies ni cabeza "¿qué celebramos: Halloween, o el día de la canción criolla?". Ante esta pregunta un amigo sugería lo siguiente: "Chicos, no seamos unos alienados; vamos, dejemos las tonterias y disfrutemos de las rebecas, olgas, mechitas y demás damas que alegran las noches de rompe y raja".
Tengo que confesar que me sorprende ver a niños por las calles disfrazados pidiendo caramelos en las esquinas, en las bodegas, panaderias farmacias, ¡y hasta a los propios transeuntes!, una celebracion que no tiene nada que ver con nuestra melodiosa y sabrosa canción popular (aunque ya no la deberíamos llamar así, porque no es tan popular que digamos) pero en fin...
Digo esto porque ayer salí a una reunión con los buenos muchachos (en algún momento hablaré de ellos) increíblemente celebramos una fiesta con disfraces (ojo, no celebramos halloween, sólo había que asistir disfrazados). En esta amena reunión encontramos doctores, brujitas, zorritas, colegialas del carmelitas y a la muerte. Obviamente no podian faltar los indisfrazados (¿cabe la palabra?, permítanme darme el lujo de usarla). Bueno entre los sujetos que no se disfrazaron estaba yo (claro,¡yo no me iba a disfrazar!) y el buen muchacho Angello. Eramos los únicos sin disfraz.
Poco a poco la reunión fue animándose, la música iba moviendo nuestros cuerpos. De pronto con ayuda del recuerdo reproducíamos coreografías entrañables (¿pame te acuerdas del meneito?), la cuestión es que entre el baile, el vodka, el cigarro y las buenas amistades; la fiesta fue tomando forma y superó cualquier mal presagio. Al comienzo Angello y yo pensamos zafar a una peñita que se había armado en la casa de Yasser (él tambien es un buen muchacho), pero por la amistad que hay con Pamela y con Rosario (sí, también son buenas muchachas) decidimos quedarnos en la fiesta de disfraces.
Como decía, la fiesta fue tomando forma y de pronto todos estabamos sumergidos en un armonioso baile dentro de un mar de fantasía disfrazada; risas y carcajadas acompañaban las melodias del Dj Pedro y el flash de las cámaras iluminaban las sonrisas postreras. Para ser sincero me divertí mucho en aquella reunión, anecdotas interesante que narrar de aquel momento no hubo, y si existieron será mejor que queden en el silencio.
De aquí sólo podría sacar una moraleja: Si quieres divertirte hazlo con la gente que realmente quieres, pues el momento de diversión no lo hacen unas máscaras o un cajón con una guitarra, sino con quienes compartes esos momentos. Muchas gracias muchachos por la buena reunión.
P.D.: Gracias Bruno por la casa de mamá, ojalá haya alcanzado lo reunido para contratar a la muchacha que limpie los destrozos provocados en casa.